martes, 16 de febrero de 2010

Amor prohibido

Te quiero.
No puedo evitarlo; te deseo. Vivo por el momento de tocarte con mis labios y recorrerte con mi lengua. Es una sensación voraz que nace en la boca del estómago y recorre el cuerpo haciéndome estremecer ante el placer imaginado.
Te veo tras el cristal de la tienda, tentándome con tu existencia. Aunque no puedas verme, no eres ajeno a mi interés. Puedo percibir como te deshaces ante mi ferviente mirada, seguro que te das cuenta de como mi boca se hace agua suspirando por tus formas.
Te quiero y no puedo tenerte. No puedo, está mal. Y quizás porque se que está mal más lo deseo. Y lo dejaría todo por un instante de debilidad, todo el esfuerzo y el sacrificio no valdrían de nada si pudiera tan sólo rozarte.
La carne es débil y sé que se avecina el día en que cederé. Y entonces te odiaré y me odiaré y me lamentaré amargamente de mi falta de voluntad. Pero eso será mañana, o puede que al otro. Hoy no, hoy seré fuerte y pasaré de largo aunque un pedazo de mi se quede suspirando por ti, lamentando la despedida, ansiando el reencuentro.
Te quiero, pastel de chocolate.