sábado, 9 de febrero de 2013

Cumpliendo propósitos de año nuevo

Es sábado y toca una nueva entrada en el blog*.
Y no tengo muy claro de cómo hacerlo.

Podía hablaros de algunos de mis proyectos pero estoy en ello (ahora estoy escribiendo aquella novela steampunk que no estaba escrita pero sí esbozada y cuando esté algo más avanzada ya os daré el coñazo con ella). Podía hacer una No-reseña... Quiero hacer más, pero la semana pasada hice una y esto no es un blog de reseñas, sorry. ;) Podía poner uno de mis relatos cortos pero... A quién voy a engañar, me apetece divagar un rato.

Ayer vi un vídeo de esos que circulan por las redes sociales, en este te pedían que te imaginaras lo que querías hacer con tu vida si no te preocupara el dinero. Decía que la mayoría contestaba escribir un libro, pintar un cuadro...  Me sentí muy poco original. Sí, yo formo parte de una de esas personas que si no necesitara el dinero para poder vivir, se pasaría el día escribiendo.

No quiero escribir para hacerme rica; me gustaría ser rica para poder escribir todo lo que quiero.

A mí no me importaría que fuera mi trabajo aunque probablemente me daría un extra de nervios que no sé si me afectaría del todo bien. Acabar eso porque tienes que hacerlo, sin excusas de bloqueos, páginas en blanco o porque te apetezca escribir otra cosa. Nunca he estado en la situación de escribir por necesidad y obligación, así que no me veo con capacidad de valorarlo como si fuera mi profesión. No es mi profesión, es lo que soy (o intento ser).

Pensar en beneficios, público... Estoy convencida de que ahí fuera está mi público y ni siquiera tengo que buscar mucho ya que lo que escribo podía calificarse de “comercial”. ¡Si hasta he conseguido medio gustar a un ama de casa que solo lee novela negra y rosa!

Solo tengo que conseguir que me lean. ¿Y cómo? Y ahí es dónde está mi pequeño problema. ¿En un mar lleno de peces de colores, cómo vas a convencer a todo el mundo de que el tuyo es el pez bueno? Y ahí empiezan nuevos problemas. Por si no fuera poco escribir una novela, corregirla, y (con suerte, algún día) publicarla, luego te toca venderla.

¡Hola, buenos días! ¡Avon llama a su puerta!

Sí, ahora vender libros es casi como ir puerta por puerta con el añadido de que seguramente no serás el primer vendedor que pase por allí y la persona que esté al otro lado ya esté hasta las narices de gente como tú que intenta colarles sus productos. Pero seguimos haciéndolo, seguimos escribiendo y seguimos intentando que nos lean.

Ganar dinero con ello... Este año he ganado 7.60 céntimos. Ya puedo comprarme un café y una pasta en el Starbucks.

Y sin embargo... no he dejado de escribir. No he dejado de sacar historias de mi cabeza, de imaginar nuevas, de retorcer antiguas. Y no he dejado de pelearme con propuestas editoriales y me he mordido las uñas ante cada nuevo mail deseando que sea la respuesta que estaba esperando.

Por eso sé que nunca dejaré de hacerlo. No me haré rica escribiendo, lo sé, pero con suerte, algún día conseguiré algo de tiempo para poder dedicarme a ello, un poquito, con calma. A lo mejor algún día encontraré a alguien en el metro leyendo una novela mía o alguien que no conozco me escribe para decirme lo mucho que le gustó uno de los relatos que colgué en el blog.

¿Qué? Ilusión es lo que más tengo. No pienso perderla por nimiedades.
La próxima vez contaré un chiste y me haré un esquema antes de empezar a desvariar. Lo prometo. ;)

Pirate Ship Book Alterationby *wetcanvas




*lista de propósitos de año nuevo. Propósito 3; actualizar el blog con frecuencia.

sábado, 2 de febrero de 2013

Esto NO es una reseña

Codex Alera vs. Dresden Files


No soy mucho de comentar los libros que leo de forma objetiva así que no esperéis una reseña concienzuda y pensada cantando las alabanzas de un obra porque yo no funciono así. Mi forma de lectura es la siguiente: cojo un libro, lo leo... y valoro el tiempo y las ganas que me va a llevar devorarlo. No tengo mucho tiempo para leer, así que lo hago a intervalos de 20 minutos de metro, pero si cuando llega mi parada, reniego y veo que quiero seguir leyendo, entonces busco tiempo de debajo de las piedras y no hay ordenador, niño, o deberes hasta que acabe.
Nunca diré que un libro es malo porque a mí no me haya enganchado. Tampoco diré que sea bueno porque lo haya hecho, pero sí diré que me ha gustado (y que probablemente esté narrada en un tono ágil porque estoy de barroquismos y petulancias hasta las mismísimas) y al final, eso es lo que a mí me importa.

Otro de los motivos por los que no voy a hablar de reseñas es porque no voy a hablar de un libro o de una obra, voy a hablar de dos. De dos series completamente diferentes como son Codex Alera y Dresden Files que lo único que tienen en común es estar escrita por la misma persona, Jim Butcher,  y que supere la velocidad de lectura con cada uno de ellos.

En Dresden Files nos narran las aventuras de Harry Dresden en primera persona, siempre desde su punto de vista ácido, a veces un poco amargado, otras veces un poco anticuado... Ves el mundo que le rodea bajo sus ojos y su personalidad y, poco a poco, conforme él los conoce, los vas conociendo tú. Dresden es un héroe de principios pero un antihéroe de formas y se supone que es un mago poderoso pero no “especialmente” poderoso, pero va ganando fuerza (y debilidad) con los amigos que hace y que, poco a poco, acaban siendo tan imprescindibles como él mismo.
Es fácil reírte en uno de los libros de Dresden. Siempre, siempre hay algún momento que te arranque una carcajada. Es fácil sentir temor por el personaje (aunque más por sus amigos, ya que, después de todo, el libro está en primera persona). Y, con una fórmula ágil, en ocasiones un poco oscura, te mete en un mundo propio que acabas conociendo como el tuyo.
Cada libro es autoconclusivo pero tienen una cronología dentro de la saga y en algunos pasan algunas cosas que marcan definitivamente todos los posteriores. De los que he leído (y he leído todos los que están en castellano, es decir, hasta El Trono Blanco que es el número 9), quizá el 3, la Tumba y el 6, Derecho de Sangre, son los que más determinan la trama posterior, pero siempre, siempre, hay algo que permanece en todas las novelas y que marca de alguna forma la siguiente. Ya sean monedas, deudas o aprendices. Además, en todos los libros se muestra un poquito de la misteriosa madre de Dresden y algo que no acaba de cuadrar y que intriga y engancha a partes iguales.

The Dresden Files by Gir-of-Spades


De Codex Alera solo he podido leer el primero, al parecer hay seis, y viendo los títulos... creo que me acabo de tragar un spoiler. ¬_¬ (Uno más que evidente, por cierto. Es imposible que alguien acabe el libro sin sospecharlo). En estos libros, Butcher utiliza la tercera persona subjetiva desde diferentes puntos de vista. No pone el nombre en el capítulo, como hace Martin, pero con una sola frase al principio ya te queda claro de quién estamos hablando. Mención especial reciben los “malos”, que antes de que acabe el libro ya te importan tanto como los “buenos”.
El protagonista es Tabi, un chaval sin furia. Las furias son como espíritus de los elementos (tierra, agua, fuego, aire, madera y metal) que se enlazan con los humanos como si fueran su familiar mágico. Se enlazan según su carácter y el de su amo, así que, según la persona, tiene furias más o menos fuertes o pueden tener más o menos furias.
Tabi no tienen ninguna y es la única persona de Alera que no tiene. Eso no significa un “hazte con todos” en plan Pokemon ni la búsqueda de una furia. Las furias no se buscan, se encuentran antes de entrar en la adolescencia. Además de tener una mascota que puedes llamar, cada furia da determinadas habilidades a su artífice y el uso de algo parecido a la magia.
En este mundo, Tabi es como un lisiado que puede correr, o un ciego que puede ver. Pero tiene un talento muy especial: es muy listo y piensa muy rápido. Y eso algo que no solo se dice sino que se demuestra en varias ocasiones durante la novela. Algo que, por otro lado, también es emblema de Harry Dresden ya que nunca gana por ser el más poderoso (y por el factor suerte/destino).
Supongo que los señores de RBA decidieron que su título original, Las Furias de Calderon, podía malinterpretarse. Es cierto, puede hacerlo. Siempre da más miedo la furia hooligan de un campo de futbol que la de un pequeño municipio aragonés, así que lo llamaron las Furias de Alera, aunque, si lees el libro, te das cuenta de que el primer título tiene muchísimo más sentido.

Me encantaría liarme a comentar los libros pero ya no sé cómo hacerlo sin soltar spoilers a patadas. Solo decir, que espero con ansias una continuación y no me importa de qué saga sea, seguramente, lo devoraré en dos días y lo releeré de aquí a un mes.

Por ahora, la RBA me ha dado otra alegría, una que llevaba esperando desde que me leí Barrayar, de Louis McMaster Bujold, hace mil años: un libro sobre Ivan Vorpatril. En la próxima No Reseña, hablaré de la saga Vorkosigan. ;)

Bernard & Brutus, de Codex Alera by Sandara