viernes, 22 de abril de 2011

El Coleccionista de Estrellas

Mi pequeña participación en el Teseo IV. Concurso de microrrelatos organizado desde el foro que frecuento, El Multiverso, y en el que hay que contestar a una pregunta formulada por el organizador y anterior ganador del certamen. En este caso la pregunta era: ¿Por qué brillan las estrellas? Y en un afán de alejarme de tópicos caí en otros pero bueno, no estoy del todo descontenta con el resultado, que ha conseguido una aceptable sexta posición (compartida) entre los 28 relatos participantes.

Os dejo pues con El Coleccionista de Estrellas

Se podría decir que soy astrónomo. Sí, se podría decir así. Me gustan las estrellas. Vivo por ellas y para ellas. Me gustan las estrellas pequeñitas, chispean fuerte y resplandecen con inocencia sin saber que están condenadas a ser fugaces y a satisfacer los deseos de los otros. ¿Por qué no los míos?
Sí, me gustan las estrellas. Adoro las pequeñas estrellas. Amo como encienden mis deseos y se apagan. ¡Puf! Como la llama de una vela.
¿Sabes cómo reconocer a una estrella? No es una pregunta con truco. Es más complicado de lo que parece. Yo te lo diré: se reconocen por su brillo.
¿Acaso no lo ves? Cierras los ojos y las escuchas cantar, contonearse con sus falditas, moverse al compás de una canción, fingiendo que son adultas para que las trates como tales. Susurrándote tonterías al oído para que las tengas en cuenta, para que las reconozcas, para que seas capa de ver su brillo.
Para que veas que son estrellas.
Y es que de eso se trata. A eso se reduce todo. Al brillo.
¿Y qué es eso que hacen que brillen? No es un peinado elaborado, ni los quilos de maquillaje, ni siquiera las falditas cortas que no dejan nada a la imaginación —aunque he de admitir que eso deslumbra—. No, el brillo viene de dentro. De su corazón. Lo puedes ver en el reflejo de sus ojos, en el hoyuelo que se forma en su mejilla al sonreír… Lo ves, incluso, en la forma en la que gimen cuando juegas con ellas, y cuando lloran al saber que no hay salida. Incluso cuando se están apagando, brillan más que nunca.
Porque se apagan. ¡Oh, sí! Son como las mariposas. ¿No te lo han dicho nunca? Si juegas con las mariposas, si las tocas, si las acaricias, si no las dejas volar… entonces pierden sus colores y se mueren. Yo hago eso con mis estrellas, mis pequeñas estrellas. Y las toco, y juego con ellas. Y sé que no van a volar. Y sé que no durarán mucho. Pero forma parte del encanto, ¿no crees? Ver como se apagan ante tus ojos.
Es… adictivo.
Supongo que ahora te preguntas por qué te cuento esto. Supongo que lo sabes. Que te lo imaginas… ¿Eres una estrella? No estoy seguro. Pero… no te preocupes, pequeña, te voy a hacer brillar.
FIN