jueves, 26 de julio de 2012

El Guerrero del Planeta Gris


         Le miraban. De eso no cabía duda.
         Esos malditos humanos y sus retorcidos métodos de tortura… Ahora le obligaban a engullir, sin ningún tipo de escrúpulo, formas de vida perfectamente conscientes del destino que les esperaba. ¿Cómo podían ser capaces de tan magna crueldad? Obligarle a contemplar las miradas suplicantes de sus víctimas mientras las empujaban contra la parte anterior de su aparato digestivo. Y luego era él la bestia sin sentimientos.
       No, no iba a permitirles otra victoria. Pronto sabrían quién era él. No en vano, la suya era la más gloriosa de las razas que surcaban el espacio: un auténtico guerrero del planeta Gris. Él no se dejaría vencer por una raza inferior como la humana, no, nunca.
        Nunca doblegarían su voluntad reduciéndole a ser otro despiadado engulle-inocentes. Él era más fuerte que todo eso.
         Pero nada podía prepararle ante la nueva acometida de la rastrera cabecilla de sus torturadores:
         —Marcos, si no te acabas los guisantes no hay postre, y que sepas que hay flan.
         Marcos, el guerrero originario del planeta gris, cogió la cuchara repleta de guisantes llorones y desoyó sus súplicas mientras los masticaba.
            Siempre había causas mayores que el honor.



Dedicado a mi hermanito.