martes, 7 de abril de 2015

Mentiras de nuestros padres

¡Puff! Hoy me ha dado por mirar en las carpetas viejas. Sí, esas que se llaman “Relatos” así, en general, y no hay ni una sola etiqueta detrás. Y además está en un directorio que no miro nunca y... bueno, es algo así como un agujero negro pero me recuerda que hubo una época que escribía, escribía muchísimo. Y no solo novelas, tengo docenas de cuentos, de microrrelatos, de mil cosas que hacíamos en un foro de escritura en el que estaba metida. Ejercicios de escritura automática, concursillos, pequeños retos que nos poníamos para mejorar... Eran cosillas, a veces ponías un par de personajes y tenías que inventarte una situación, o poníamos una foto y teníamos que describirla. La verdad es que eran ejercicios guapos que daban relatos bastante resultones e ideas para aprovechar luego (era la época en la que participaba en mil concursos).

            Buscaba otra cosa la verdad (y no la he encontrado así que toca rebuscar en otro disco duro), pero viendo que tengo material para hacer mil actualizaciones, os dejo el resultado de uno de esos ejercicios (ahora no recuerdo de qué iba el asunto, creo que se trataba de hacer un microrrelato con la frase “el cielo es azul”).

Mentiras de nuestro padres

Dicen que el cielo es azul. Mienten.
            Alguien me dijo una vez que el cielo era azul porque reflejaba el mar. Menuda tontería. Si el cielo reflejara lo que sucede en el planeta sería rojo, rojo como la sangre derramada, como el fuego que lo arrasa todo. Sería gris, como la tierra quemada, como las vigas de hormigón que se alzan hasta el cielo. Sería negro, como el luto de las madres, como el vacío de nuestra alma. Sería marrón como los suelos yermos. Incluso podría creerme que una vez fue verde, pero no sería azul. No. No hay nada azul salvo tus ojos y por muy bellos que sean no pueden ser el reflejo del cielo.
            Los otros me dicen que soy un ignorante, que llevo demasiado tiempo en las profundidades de la tierra para recordar cómo es el cielo. ¿Y ellos sí pueden? Pueden recordarlo tanto como pueden respirar aire fresco: con la imaginación y en sueños.
            A veces, yo también creo que recuerdo el cielo azul. Puedo verme caminando entre la hierba: me llega hasta las rodillas y me hace cosquillas. Río. ¿Te lo puedes creer? Yo riendo; sin duda debe de ser un sueño. El aire fresco peina mi cabello y me inunda con un embriagador aroma a ¿flores? ¿melocotones? Es tan difícil darle nombre a un olor que nunca más podrás sentir…
            ¿Cuánto hace desde que todo acabó? Ya sabes a que me refiero: el mundo, ¿cuánto hace que murió? ¿Cuánto hace desde que nos vimos obligados a recluirnos en las entrañas de la tierra como ratas, como alimañas que huyen del mal que han causado? ¿Cuánto tiempo entre que tuvimos que escoger entre la muerte rápida o la agonía silenciosa? Pero seguimos vivos, y eso debería importar.
            Ya no queda nadie de los primeros. Lo que lo causaron todo, los que nos condenaron a la oscuridad por el mísero precio de nuestra supervivencia. ¿Recuerdas lo que nos enseñaron? ¿Lo recuerdas? Yo aprendí muchas cosas, la mayoría no estaban en sus libros: «Baja la cabeza, esconde la cola y desaparece en silencio. Reza porque el tiempo arregle lo que has roto y muere antes de ver la mirada acusadora en tus propios hijos»
            Eso es lo que no querían que aprendiéramos, pero eso es lo que aprendimos. ¿Sabes que fue lo que me dijo mi padre antes de morir?: «Avergüénzate de lo que hicimos y llora recordando lo que tuviste. Los que vengan tras de ti no conocerán el cielo. Diles que el cielo era azul»

FIN

lunes, 9 de marzo de 2015

Ayudas al escritor

Dentro de poco es el Nanocamp y yo me he propuesto participar para darle un empujoncito a mi novela de romanos. De hecho, quiero terminarla pronto porque tengo miedo de dejarla a medias y ya sabemos con las cosas que me quedan a medias.
Una de las cosas que te recomiendan antes de empezar es hacer un esquema, fichas de personajes, etc.

La verdad es que no soy mucho de estas cosas. Tengo suerte (o tenía suerte) de tener una gran memoria, de quedarme con pequeños detalles y saber dónde encontrar lo que busco en cada momento. Así que parto de un esquema mental, un par de escenas prefijadas, un final (eso siempre) y una línea de sucesos más o menos continua pero que puede sufrir altibajos.

No hago fichas de personajes (aunque ahora he empezado a hacerlas, pero más que nada porque me encanta ver las fotos *____*  ).

Y ahora me preguntaréis: ¿y cómo lo haces? ¿Todo de memoria?

Sí y no. Lo que hago es moverme mucho por mi documento. Arriba y abajo, capítulo aquí, párrafo allá. A través de comentarios y los mapas de documentos del Word. Seguro que muchos ya sabéis usarlos pero bueno, esta entrada va para todos aquellos que no sepan tanto del procesador de textos que está usando. Los pantallazos son del Word 2010.


Vamos a hacer un mapa del documento: (los textos que aparecen son de mi pequeño proyecto, ¿eh?)

1- Escogemos el título del capítulo (si queremos, podemos añadir algo de información que nos ayude a guiarnos) y lo señalamos como Título 1 en la barra de diseño. ¡Ojo! El Título a secas no sale dentro del mapa del documento así que mejor trabajar con Título 1 y Título 2.


2-Ahora vamos a la pestaña VISTA y marcamos la opción "Panel de Navegación"


3-Después de hacer esto, nos sale en el lateral una pestaña con los títulos que hemos ido marcando. Si pulsamos cada uno de ellos, iremos a esa parte del documento en concreto. Y si lo consideramos necesario, podemos añadir un segundo subnivel de títulos, títulos 2, que aparecerá anidado dentro del primero.  





Bueno, y así se hace un mapa de documento. La idea es que cuando escribamos un título lo identifiquemos como tal en la barra de estilo. Esto además resulta muy útil a la hora de hacer índices o modificar formatos.

Seguro que la mayoría ya lo conocíais pero si no es así, espero haberos servido de utilidad.

¡Un abrazote!