miércoles, 11 de marzo de 2009

- KAN - Capítulo IV: El viejo.


Oí los pasos de Ma que se alejaban y me quedé a solas con el viejo ciego.
-Jijiji,-se rió y su risa me pareció inaguantable.-Así que tengo un aprendiz,¡qué bien, qué bien! Siéntate aquí, en el suelo, hay una alfombra.
Hice lo que me mandó no por obedecerlo, en realidad lo hice porque estaba cansado de estar de pies pero aún así procuré estar alejado del viejo.
-No tengas miedo,-me dijo con su vocecita ridícula,-no hay nadie, mis lazarillos me han dejado.
No me extrañó, sabía perfectamente que no había nadie en la habitación. Pude sentir que el viejo se acercó a mí y me tocaba la cara, luego el cuerpo y después me cogió las manos.
-¿Qué es ésto? Llevas guantes, eso nunca, ya te lo he dicho, no podemos cerrarnos puertas al exterior, por eso debes hablar y tocar, ven quítate los guantes.
Intentó quitármelos pero yo aparté las manos para evitarlo.
-¿Qué pasa?¿Qué es lo que quieres ocultarme? Quítate los guantes.
Me cogió las manos a pesar de mi forcejeo y yo empecé a chillar intentando librarme de su presa. No quería que me quitase los guantes, antes pudo adivinar mi aspecto y yo no quería que me viese las manos.
-¡Estate quieto maldito mocoso!-me agarró con fuerza para que no pudiese moverme y empezó a quitarme los guantes. En ese momento oí un fuerte chillido de ave y sentí que Ih había entrado en la habitación. Luego oí que el viejo gritaba y me soltaba las manos.
-¡Maldito pajarraco!
Yo me quedé quieto y sentí las garras de Ih que se me clavaban ligeramente en el hombro.
-Vaya hijo,-dijo el viejo volviendo a utilizar el desagradable tono hipócrita de su voz,-Me podías haber dicho que tenías un guardián, iba a decirte que necesitabas uno. Bueno no importa, no te quites los guantes si quieres, la verdad es que eres un niño un poco malcarado, ¿eh?, pero pronto arreglaremos eso , ya verás.
El viejo se alejó de mí y yo me relajé, solté un suspiro de alivio y acaricié a mi Halcón con suavidad. Pero mi calma no duró mucho, el viejo volvió en seguida con algo que dejó delante mío y se sentó enfrente, detrás del algo.
-Las personas suelen creer que sólo tenemos dos ojos,-empezó a decirme-, a ellas les basta con abrir esos dos para poder ver, pero las personas como tú y como yo tenemos que abrir los otros ojos, hay ojos en las manos , pero esos veo que no quieres abrirlos, y también hay ojos en la cabeza,-me tocó la frente como para señalarlos,-pero esos cuestan mucho de abrir por eso tendrás que practicar mucho tiempo. Delante de ti he dejado una cosa, ahora tienes que oler, escuchar, sentir su energía y su presencia para averiguar que forma tiene, tienes que empezar a abrir los ojos de la mente. Tardarás mucho tiempo en conseguir perfeccionar esta visión pero merecerá la pena. Todos los seres vivos, por pequeños y miserables que parezcan desprenden energía, has de aprender a detectarla. Los seres inertes le reflejan y también se pueden ver aunque más difícil, primero aprendes a localizarlos, luego, con práctica,llegas a ver su contorno, sus partes, hasta sus zonas oscuras y claras, así puedes ver el rostro de una persona, o los dibujos de un cuadro, hay gente que dice que ha llegado a leer, pero esos ,no creo que sean personas que mañana estén vivas. Jijiji.
El viejo se rió pero a mi me dio asco, hablaba de los marcados con despecho, como todo el mundo, excepto Ma y Amza, aunque ellos eran distintos a los demás. De todas formas, no me pareció que dijera la verdad, yo había vivido con los marcados toda mi vida y nunca había oído de ningún otro ciego.
-Ahora quédate quieto e intenta averiguar qué es lo que tienes delante. Tengo que salir un poco pero volveré en seguida, ojo con hacer trampas que lo sabré. ¿Lo has pillado? Ojo. Jijiji.
Esperé a que se hubiera marchado para relajarme y levantarme. Pero Ih
no me dejó, me apretó las garras con tanta fuerza que me hizo gritar y volver a sentarme.
-¡Para Ih!-le grité.-¡Me haces daño!- y en serio me lo hacía, podía sentir sus garras clavándose en mi carne y mi sangre caliente y húmeda salir por la herida.-¡Vasta IH!-le grité y aflojó su presa. Me toqué el hombro y si no hubiese llevado guantes hubiese sentido la sangre que estaba mojando mi camisa. Nunca me había hecho daño y no comprendía por qué ahora sí. Me quedé quieto en el suelo y no me levanté por si él me volvía a agarrar. Eso lo pude entender, no quería que me levantase, quería que me sentase y me estuviese quieto, como antes, como cuando el viejo había entrado con el objeto en la mano, objeto que había dejado delante mío para que yo lo viese.¿Eso era lo que quería Ih?¿quería que me quedase quieto intentando ver el objeto? Me pareció que eso debía ser y eso hice. Me concentré en lo que tenía delante de mí, busqué la energía que me había dicho el ciego usando mis cuatro sentidos para ello. Entonces lo vi, y digo vi porque fue eso, la experiencia más maravillosa de mi vida, mi primera visión, era una luz clara y débil que salía de la oscuridad en la que vivía yo, era una luz sin forma pero muy nítida. Aunque me fue difícil concentrarme en la luz lo hice, dejé de lado la maravillosa sensación que me había proporcionado el simple hecho de ver un poco de luz y me concentré en esa luz. La luz empezó a ahuecarse y a dibujar un contorno, era como si alguien hubiese enrollado trocitos de tela pero no podía ser tela, su visión era más delicada que su textura, no sólo estaba esa forma inicial, había algo alargado con salientes, unos pequeños y puntiagudos y otros ovalados y aplanados. Poco a poco empecé a ver una figura que estaba debajo, mucho más apagada que la anterior y supe que era lo que el viejo había llamado un ser inerte ya que brillaba con la luz del objeto anterior. El conjunto era de un objeto vivo, alargado acabado en una forma más ancha y arrugada y con pinchos y salientes en la parte delgada, dentro de un objeto inerte, con un cuello alargado y una barriga más ancha.
En ese momento entró el viejo.
- ¿Qué tal va eso hijo?
me dijo con su horrible voz cascada.
- Sé que no ves nada pero ya lo harás, es cuestión de tiempo, a lo mejor dentro de unos días empezarás a ver la luz. Jijiji.
No sé que fue lo que me impulsó a hacer lo hice, no era presumido ni vanidoso, pero hubiese sido más inteligente callar.
- Son dos seres, uno vivo y otro muerto, el vivo creo que es una flor que llaman rosa ya que tiene espinas, el ser inerte es un jarro de cuello de botella.
- Muy astuto niño,-me dijo el viejo sarcásticamente,-pero no tienes que hacer trampas, es peor para ti. Al menos te habrás quitado los guante ¿eh?. Pequeño tramposo, ven aquí. Jijiji.
- Creo que es oscura, pero no negra, y el jarro es de un color más claro, con dibujos en la base.-continué presuntuosamente.
El viejo se quedó quieto y su risa se atragantó en su garganta, su fatigosa respiración fue lo único que me aseguró que seguía delante mío.
- Es imposible.-murmuró en voz baja,- nadie lo puede saber a no ser...
El viejo se cayó y pude sentir como me cogía el hombro.
-¿Por qué no me quieres enseñar la mano criatura?-me preguntó.-¿No será que tienes algo que no quieres que sepa? ¡Enséñame la mano, maldito mocoso!- había renunciado completamente a su voz falsa y ahora tenía una voz estruendosa y chillona que me hacía daño en los oídos.
Yo me levanté deshaciéndome de la mano del viejo. Pero él me siguió.
-Ya sé por qué no quieres que la vea, tienes una marca, eres un marcado.¿verdad?¡Enséñame la mano!
Me agarró con fuerza zarandeándome pero al poco rato me soltó con un grito. Caí al suelo y sentí una pelea. Ih estaba atacando al viejo y éste, se retorcía y gritaba. Yo me levanté y empecé a correr, salí de la tienda, noté las voces, los ruidos, y empecé a correr hacia ellos, hacia la gente. Enseguida me vi rodeado y tuve que empezar a esquivar personas para perderme entre la multitud sin preguntarme hacia donde iba o si me seguía.
-¡El niño!-oí que gritaba tras de mí.-¡Está marcado, detenedle!
Sentí como alguien intentaba agarrarme pero yo me escapé y no paré de correr con la certeza de que el viejo me seguía. Entonces tropecé y caí. El viejo no paró de correr ya que sentí como me adelantaba, en ese momento oí el ruido de unos cascos a gran velocidad y luego un grito. No fue el único, gritos de mujer resonaron a mi lado al mismo tiempo que los caballos de alejaban del lugar.
-Pobre hombre.-oí que murmuraban.

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